Notas largas y desordenadas pero necesarias
El 3 de Mayo se inauguró la edición decimotercera de la bienal de Arte de Dakar, para mí la primera y también mi primera visita a Senegal.
Es difícil no ya resumir sino verbalizar mi opinión sobre “L’heure Rouge”, título de esta edición a partir de un texto de Aimée Cesaire. Respeto a Simon Njamí, el comisario de la bienal y pienso que su selección de artistas, en el pabellón internacional del Antiguo Palacio de Justicia, fue correcta e interesante pero si esto hubiera sido todo, no habría sido suficiente. Uno de los motivos por los que tanto me interesa el arte africano contemporáneo es porque parte de premisas que no controlo y se expresa en modos que me son ajenos, me interesa porque me rejuvenece y epata, porque me obliga a cambiar mis perspectivas de realidad, me interesa porque son muy numerosos los artistas africanos actuales que se muestran comprometidos con su realidad y se implican en el proceso de cambio no solo de su país sino de su continente, la llamada african renaissance, el panafricanismo, el futurismo africano, la lucha por un futuro independiente, la subversión de los valores coloniales, la puesta en valor de lo hibrido, la abolición de las fronteras entre alta y baja cultura, la apuesta por las nuevas tecnologías, la revolución de la mujer, el orgullo de ser africano y el orgullo de ser negro.
En la propuesta de Simon Njami, todos estas señas de identidad que permean la nueva Africa y empiezan a formar un maremoto imparable (que espero nos inunde y transforme) estaban presentes pero no eran tan centrales como me habría gustado, me dio la impresión de que su faceta de intelectual francés primaba ( más que en la edición pasada, también comisariada por él) sobre su identidad africana y que la elección muy digna y apropiada de artistas africanos, heredaba muchos de los tics estético/conceptuales de las bienales y ferias de arte europeas. Que se había quedado un poco atrás, cuando en Africa todo cambia hoy a velocidad vertiginosa.
Pero el mismo Njami subrayaba que la bienal no es solo una muestra artística determinada sino un foco sobre Dakar que nos permite ver la realidad de una ciudad en ebullición y poblada por “la gente de Dakar, el verdadero corazón de este evento”. A partir de este sentimiento, Njami es también el aliento cómplice de muchas de las actividades que pudimos vivir en Dakar durante la bienal.
Porque en efecto, la bienal de Dakar no es solo “La nueva Humanidad” del fantasmal y mítico palacio de justicia , es también el pabellón de Senegal donde encontramos a Caroline Gueye, artista y científica, el de Tunez, y el de Rwanda que nos conmovió por la devastación cultural que produce una guerra tan cruenta y porque la voluntad de regeneración de un país también necesita del arte.
En el museo Ifan, la inteligente y encantadora Alya Sebti comisariaba la exposición invisible y el exótico e inteligente Bonaventure Soh Bejeng Ndikung presentaba las Sonic cosmologies de Halim el Dabh. Bienal es la melancólica hora azul que llega del norte con la comisaria Marianne Hurtman. Tenía prejuicios contra ella pero su propuesta de Martin Gustavson y Toni Wrones era arriesgada, bella y pertinente. la Casa de los antiguos combatientes convertida en pabellón egipcio del grupo de El Darb de El Cairo es bienal y fue estupendo el tour que dimos con el Artista Karem Ibrahim, antes de irnos al Teatro Nacional para asistir de tiros largos al estreno de Madiba, el musical sobre la vida y obra de Nelson Mandela . Conocimos allí a la más alta sociedad de Dakar con su vestuario más fastuoso y les vimos emocionarse como esclavos ante la lucha por la libertad en un país tan lejano como Sudafrica. Ahí, de nuevo comprendí que el sufrimiento común de la “La negritud” bajo el dominio colonial en Africa o bajo el régimen de esclavitud por el que viajaron a America ha conformado esa poderosa identidad panafricana cargada de futuro . Y pensé en Black panther.
La bienal de Dakar es la vida en Dakar y ese momento del viernes por la tarde en que la ciudad se paraliza y una multitud de hombres deja todo para echarse a rezar en las calles ; compartir las calles tomadas por Dios y por los hombres fue también una experiencia de bienal, como fueron bienal las mañanas de sol en la plataforma en el mar del hotel Savanah y el vuelo de los halcones sobre nosotras. Bienal la noche de Afro Punk en el Sokhemon, los nuevos diseñadores locales, la belleza absoluta de los senegaleses en las calles, el deporte en las playas , la música.
El off de la bienal fue fascinante.
Ker Thiossane y su African Pixel , las utopías no alineadas que proponía Ouligata Guye, de nuevo la música y la gente.Los artistas Tabitha Rezair y Francois Knoetzee. Qué gran experiencia de bienal vivimos en La Villa rouge con el Bridge que comisariaban Salimata Diop y Pierre Christophe Gam , qué excitante fue ver la obra de Gam sobre Sankara,¡qué nueva Africa estábamos viendo!, Ishola Apko, Alum Be .
Y fue intensa y vibrante la experiencia del Super Kilometre en el Canal de la Gueule tapée donde tenderetes de artesanos , telas, ropa y artefactos se mezclaban con tenderetes de propuestas artísticas bienaleras, performances y vídeos, niños que se reían de lo transgresor del arte, acciones que parecían naturales en un entorno tan bizarro, objects trouvés, senegaleses en Italia... El arte contemporáneo mezclado con la vida real, ¡qué alivio!.
Cada día amanecíamos con una conferencia en Ifan, Después de escuchar a Salah Hassan hablar de Il Salahi, el precursor artista de Sudan, apareció, (como Maléfica en el bautizo de la bella durmiente) Ery Cámara, senegalés, altísimo, vestido a la manera tradicional, tintineante de pulseras y brillante conservador del Museo Antropológico de Mexico. Ery se presentó como espontáneo en el turno de preguntas y planteó críticas insospechadas aunque evidentes que enturbiaron un instante el entusiasmo que vivíamos y le dieron profundidad.
Amina Zoubir, Paul Anditi, Rana Ashraf, Godfried Donkor, Ibrahim Ahmed, Mounir Fatmi, Rina Ralai Ranaivo, Ibrahim Mahama, Omar Vikktor Diop, Jamila Lamrani, Kudzanai Chiurai, Frances Goodman, Laeila Adjovi, Mary Sibande.
En Raw material,centro para el arte, el saber y la sociedad, asistimos al opening de la revolution viendrá sur une forme non encore imaginable y conocimos a la mítica Koyoh Kuoh, fundadora y dueña del espacio , a quien tanto y desde hace tanto respeto; en la feria de libros de arte encontramos a la también legendaria Bisi da Silva que presentaba un proyecto nómada, inteligente y humilde, una galería portátil de obra pequeña; conocer a Bisi da Silva, fundadora y directora del Centro de Arte Contemporaneo de Lagos y alma del proyecto Asikó, hablar con ella y escucharla también fue Bienal.
Tras tanta instalación, video, performances, fotografía y experimentación, fue estimulante visitar un edificio en construcción llamado Grey en el que su promotor, Thomas P. Cazenave, ejercía de comisario con el proyecto “Matter", centrado en el retorno a la pintura, allí vimos a Benjamin Biayenda , retratista de la cotidianidad moderna y transexual en Africa, nacido en 1998, una barbaridad lo de la fecha.
La bienal era también ir de un lado para otro, conocer nuevos barrios, empezar a dominar la ciudad, comprar viejos vinilos de la modernidad senegalesa de los setenta en el patio del instituto francés, conocer a jovens lobos informáticos sobradamente preparados y aprender a dominar el tiempo y el espacio en la ciudad. Fue bienal hablar con los de nuestra embajada que tanto nos ayudaron y a través de ellos conocer al pequeño nucleo de españoles en la vida cultural de Dakar. Y bienal fue la desesperación por no poder abarcar tantos proyectos que debíamos y no pudimos visitar, aquello parecía infinito, necesitamos volver.
Volver, desde Hace un tiempo, Inés Muñozcano (con quien viví y compartí todas estas experiencias) y yo, vamos dando forma a un proyecto llamado “No return”, Sin retorno, y Nuestra bienal de Dakar nos confirmó la vigencia del proyecto, Porque es cierto, no hay retorno, una vez que entras( si eres capaz de entrar sin prejuicios y con humildad) en Africa contemporánea , sabes que ya no puedes volver a casa porque el que vuelva será para siempre otro. La otredad está ya en nosotros y la otredad es nuestro centro cálido, es el nuevo yo, es Ubuntu, es vida. Africa, con esta bienal de Dakar como parte del trayecto, es el aprendizaje necesario para construir un futuro común en el que al fin cambiemos de paradigma. Con respeto y sin violencia, sin repetir viejas mañas, necesitamos ser colonizados por Africa, ser Africa.
Bienal era el mar de Dakar y los baobabs.
Marta Moriarty