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Marta Moriarty

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Inefable

Inefable. Del lat. ineffabĭlis 'indecible'.
Que no puede ser dicho, explicado o
descrito con palabras, generalmente por
tener cualidades excelsas o por ser muy
sutil o difuso.

Disimulo, pero sé desde siempre que Jose Luis Vicario vive muy por encima de mis posibilidades, y no hablo de dinero, hablo de todo lo demás.
Hablo de su cabeza y de sus emociones.

Acostumbrada a la oscuridad, al enigma hipnótico de su obra plástica, las incursiones poéticas de Vicario me asustan, fascinan e iluminan como relámpagos.
Aportan claves para acariciar lo inefable, solo para acariciarlo.

El estilo de Jose Luis Vicario como creador y como persona es de una relativa sencillez formal y una infinita complejidad conceptual. Su obra está indefectiblemente ligada a su vida y a sus experiencias cotidianas, estéticas, intelectuales y emotivas. Maneja con objetividad lo que pasa a su alrededor sin con ello rozar el costumbrismo, porque en la obra de Vicario el Dentro/Fuera fluye sin fronteras y no hay acceso a la otredad sin una simultanea e inefable percepción personal, que es la rara urdimbre en la que todo se sustenta para convertirse en obra de arte.

Lo que pasa alrededor de Vicario es mucho, el artista es una máquina registradora de circunstancias, gestos, imágenes y dichos, una enciclopedia de los microscópicos matices que a todos nos rodean y sin depender de nosotros ocurren y en mayor o menor medida nos transforman. Los múltiples detalles que brincan alrededor del artista permanecen intactos en su obra y en su conversación, sin manipulación alguna, pero al yuxtaponerse los unos con los otros según el inexpugnable criterio de Vicario, se convierten en una realidad nueva que es ya la obra del arte o el poema.

El proceso creativo en uno u otro ámbito es el mismo, es por esto por lo que los poemas, palabras al fin, son esclarecedores al verbalizar el misterio de su obra plástica aunque ya que no son discursivos, ni siquiera indulgentes con el lector, siguen siendo, aunque verbales, inefables y requieren, como sus obras de arte, porque son la misma cosa, que nos entreguemos a ellos, como al amor o al océano, sin pedir explicaciones.

Paul Cezanne, al que tiendo a citar con cualquier excusa, escribió “Tardé muchos años en comprender que mis cuadros no eran esculturas”. Para Jose Luis Vicario, vida y obra son maleables, esculpibles y a menudo esculpidas, como este texto que no es menos que una escultura múltiple en proceso infinito.

Cada fragmento – no quiero decir poema – de Texto Esculpido está a su vez fragmentado en dos, la primera parte, más extensa, forma, con palabras que olvidan que lo son, el retrato interior de una experiencia, es un ramo de flores de cuneta, arrancadas, digeridas, escupidas y compuestas en feroz bouquèt; el segundo, apenas un renglón, es una escultura de cinco, como poco, dimensiones, un florero de metal, por ejemplo, que se calienta con las alusiones , un florero que aspira a ser horticultor, un florero con un agujero en la boca.

Los poemas – no quiero decir fragmentos- de Jose Luis vicario, son una concatenación de relámpagos en la noche de verano y su luz inefable es mística y oscura.

Marta Moriarty, Epílogo de “Texto esculpido”, libro de poemas de Jose Luis Vicario, 2019.

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