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Marta Moriarty

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Ascensor a Superficie

La poesía superficial, en palabras de Vicente Monroy, extrae de la profundidad del pensamiento ideas para narrarlas sobre la superficie.
Ascensor a superficie es una proclama en defensa de la pintura figurativa, con la que los artistas recorren la distancia entre lo que son las cosas y cómo se cuentan, acaso esta sea la preocupación primera del arte. A veces de manera inconsciente, descifran el mundo misterioso y trazan las correspondencias que unen la realidad con su propia narración, combinando el viejo pensamiento lírico -el impulso natural del arte por decir las cosas- con una estimulante cotidianeidad. La pintura refresca nuestra perspectiva y ayuda a configurar nuestro imaginario: no necesitamos conocer todo el paisaje o el contexto para introducirnos en ella y sin embargo una obra cautivadora es suficiente para inflamarnos y provocar un impulso. Hay en la exploración del entorno del artista una implicación con lo trascendental y por ello la contemplación de su obra basta para despertar un goce y un placer espontáneos, que el ánimo se altere y regocije al exponerse a la reivindicación artística.

BETWEEN
Between the idea and the word
there is more than we can understand
There are ideas for which no words can be found

The thought lost in the eyes of a unicorn
appears again in a dog’s laugh

Ian & Jarmila Milner

La pintura que erróneamente a veces es considerada sin mensaje -sin mensaje político, conceptual, activista de una causa -que puede llamarse superficial por tratar temas mundanos al menos en apariencia- es, sin embargo, una reclamación de lo sublime, que se reconoce al mirar en la dirección correcta, con atención y una intención decidida de contemplación. Estas obras embellecen nuestra cotidianeidad, son ligeras y democráticas: el espectador forzosamente se desprende del criterio del comisario conectando con ellas no sólo a través de los sentidos, sino también del intelecto. Siendo obras más líricas que las saturadas de formalismo conceptual, no necesitan narrativas verbales para su comprensión iconográfica y son valientes en un mundo que teme las obras más individualistas y arriesgadas. Ignorar este arte, que refleja personalidades potentes, perversas, voluntariosas, libres y de vulnerabilidad radical, es despreciar al individuo, perjudica al coleccionismo y a la liberación de la cultura contemporánea.

Estos cuadros a menudo reflejan la fatiga de la realidad y aún así es dulce convivir con ellos. Nos acercan firmemente a los reinos del placer visual, la política críptica y la magia decorativa, haciéndonos conscientes, en un sentido aristotélico, de nuestra propia existencia (existir significa sentir y pensar). A esta sensación le suman otra, específicamente humana, de consentir la existencia del artista como un alter ego (meteros autos en griego) de los espectadores. Significando ‘heteros’ ‘diferente por oposición’ (diferente genérico es ‘allos’) el artista no es ‘otro yo’ al espectador, sino alguien con quien compartimos algo inmanente en nuestra individualidad, la encarnación de otro ‘yo mismo’.

Aceptando el rango ontológico del arte, que ilumina las acciones y pensamientos que tenemos en común con el artista, el arte es una manera de crear comunidad: la sensación del ser está siempre repartida y compartida y el arte nombra este compartir. Esta intensidad que reparte, disemina y vuelve compartible la misma dulce sensación de existir, carga a la pintura de una potencia política. La comunidad a la que se asciende en torno a la creación y la observación de la obra está definida por un compartir puramente existencial y sin objeto: la pintura consiente y eleva el puro hecho de ser, como aquellos términos que los lógicos medievales definían como transcendentes. Del mismo modo el arte no necesita ser conducido, no tiene una denotación objetiva: es la toma de la decisión de ‘qué es arte’ la que sigue al arte y no el arte a la decisión.

You don’t have to understand a nightingale’s song
to admire it.
you don’t have to understand the croaking of frogs
to find it intoxicating.
I understand humans speech
with its duplicity and lies.
If I didn’t understand it
I would be the greatest poet.

Adam Czerniawski

El sentimiento íntimo es transcultural y atemporal, igual que para los pintores es básica la inspiración en otros artistas (por ejemplo en Kees van Dongen, David Hockney, Peter Doig, Elizabeth Peyton, John Currin, pero también en Botero, la Antiguedad Clásica, Egipto, Bizancio y hasta Disney) -encajando el idealismo, el simbolismo, el realismo mágico o el neoxpresionismo en el circuito contemporáneo, también puede tomar ejemplo en diversas épocas la persona espectadora. ¿Por qué no abrazar la actitud de los estetas ingleses que fundaron la Society of Dilettante con la única intención de recrearse en el gusto estético? al fin y al cabo quien se deleita adopta una posición contemplativa y de recreación en el goce artístico, en un interés estético que finalmente destapa las cuestiones trascendentes del ser, existir y convivir. ¿Acaso no esperamos en el arte una fuente de experiencias intensas y emociones desinteresadas, como reconocernos a nosotros mismos en la intimidad del artista?

No hay nada más intenso que la percepción de la realidad que nos rodea.
Si estas pintoras y pintores, poetas e intérpretes que trabajan en territorios figurativos con cierta melancólica distancia, pueden seguir el rumbo en una cultura de fast food selfies y de conceptualismo pseudoprofundo, en un mundo del arte que se encuentra en transición y reconstrucción obvias, unirán en la superficie la imperfección de lo humano, los sentidos y el mundo material.

Inés Muñozcano

*En la foto Motherhood I de Cristina Banban (2017)

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